domingo, mayo 12, 2013

Penetrando a una cueva…



Desde pequeña me apasionaba todo lo que no era tradicional… por ello me refugiaba en los libros y nunca fui realmente buena haciendo amistades con mis contemporáneos, de hecho aún no lo soy… de mis amigos íntimos me separan muchos mares y años, pero eso nunca me ha importado…
Las cosas que más me gustan casi nunca son las mismas, bucear con equipos en mi adultez me encantó, en especial cuando te sumerges en la total y fría oscuridad, descompresionas y luego todo se vuelve claro y espacial…  luego de 45 minutos me resultó aburrido, sin embargo recuerdo que en mi adolescencia me encantaba rodar en bici 17 kilómetros para hacer snorkeling… alguien que conocí bien sentenciaría… dicotomía existencial!
Otra cosa que me impresionó fue bajar hasta el primer nivel de una cueva de 5 niveles, ver como desprendes humo de tu cuerpo cuando entras al agua porque la temperatura corporal es mucho más alta y luego… lo más sensacional, que el espeleólogo apagase la lámpara para mostrar lo que es la total oscuridad… un minuto oscuro y espeso que guardo en mi memoria como la sensación de completa paz.


Esta semana intentaron atracarme… el motorista se acercó me preguntó ¿Sabes dónde vive Eduardo? Le dije que no, y se levantó el chaleco, me dijo… mira, esta es la pistola, saca el celular… eran las 2 y 50 de la tarde aproximadamente y estaba en una acera esperando una bola (botella) que cojo casi a diario con un compañero de trabajo… le dije ¿Cómo es, no lo escucho? Que aquí está la pistola, y se sobaba el poloshirt (pullovert) saca el celular o me llevo el bolso… miré que justo enfrente un joven vecino observaba todo y por un segundo pensé que buscaba ayuda, pero no fue así, se limitó a observar, ingenuamente yo, por tonta, o para ganar tiempo abrí mi bolso por la parte donde sabía no estaba el celular y comencé a buscar… y el ladrón me decía, saca la tableta, como si tuviera ja, dame el bolso, todo… hasta que abrí pa darle finalmente el celular pero cuando levanté la cabeza solo vi que se iba y me echaba una última mirada… había llegado mi compañero de trabajo en su vehículo y él huía despavorido… ningún pensamiento de terror pasó por mi mente, comentamos algo, pero luego todo siguió normal y continué mi día de trabajo como si nada pasase… entonces llegó la noche y me reproché mi terquedad con el ladrón, sobre todo porque una y mil veces me he dicho, si me atracan lo doy todo de una vez… pasó ese día y al siguiente tuve una pesadilla aterradora, una mujer con voz de vieja me despertaba de un sueño pesado, de esos que no puedes pararte aunque lo deseas, y me decía escóndete debajo de la cama que hay un hombre y yo abrí los ojos y vi a una muñeca que, tenía en mi infancia pero que hace mucho dejó de existir, me miraba fijamente y luego se desvanecía… tenía un latido horrible en mi cabeza y me aseguré de que todo estuviese bien, y al rato volví a dormir.

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