Cuando uno tiene
mucho que contar es casi igual que cuando no tiene nada que decir, pero peor,
porque se ahoga y no sabe por dónde comenzar. Por mi parte prefiero recomenzar
y olvidar lo que no conté porque si no lo hice antes ¿por qué hacerlo ahora?
En este marzo soplan los vientos de cuaresma, acompañados de los alisios, y quisiera
aprovechar, como los aviones y veleros, el impulso de esos “vientos” para hacer
las cosas que pronostiqué para este fin de semana. En vez de estar aquí,
anclada a la cama y a la PC, con los audífonos puestos sin escuchar nada…
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